¿Qué son las famosas Monas de Pascua y por qué no se celebran en toda España?

Cada vez que llega la Semana Santa, miles de pastelerías en la costa mediterránea española comienzan a llenarse de figuras de chocolate, bizcochos decorados y dulces con huevos cocidos en su interior.
Son las monas de Pascua, una tradición repostera que, aunque muy popular en Cataluña, la Comunidad Valenciana, Aragón o Murcia, es casi inexistente -salvo en contados lugares- en otras zonas del país. Pero ¿de dónde viene exactamente esta costumbre tan arraigada? ¿Y por qué no ha llegado a toda España?
Un origen medieval con raíces árabes
Aunque hoy asociamos la mona de Pascua a un dulce infantil o familiar, su historia se remonta a siglos atrás. El nombre “mona” proviene del árabe munna, que significa “provisión de la boca”, un obsequio que los musulmanes ofrecían a sus señores como muestra de respeto y fidelidad.
Con el tiempo, esa tradición fue asimilada por la cultura cristiana y se convirtió en un regalo de padrinos a ahijados en el Domingo de Resurrección o el Lunes de Pascua, coincidiendo con el final de la Cuaresma.
La receta original no se parecía en nada a las actuales figuras de chocolate: era más bien un pan dulce adornado con uno o varios huevos duros, que simbolizaban la fertilidad, el renacer y la llegada de la primavera.
De pan con huevo a esculturas de chocolate
Como tantas otras tradiciones gastronómicas, la mona de Pascua ha ido cambiando con el paso del tiempo. Lo que comenzó siendo un bollo decorado, se transformó en un bizcocho esponjoso y más tarde en elaboradas construcciones de chocolate, con formas que van desde castillos hasta personajes de películas y series infantiles. En Catalunya y la Comunidad Valenciana, incluso existen concursos para premiar las más espectaculares.
En muchas panaderías de prestigio, como ocurre en La Mallorquina, una de las más emblemáticas de Madrid, la mona de Pascua también se ha hecho un hueco. Aunque no sea una tradición madrileña, este dulce se reinventa en clave gourmet, con nuevas formas, sabores y presentaciones.
Una celebración que marca el fin de la abstinencia
Más allá del componente visual o gastronómico, las monas tienen un fuerte simbolismo cultural. Representan el final de la abstinencia propia de la Cuaresma, la renovación y la prosperidad. En algunas regiones, es típico romper el huevo duro contra la frente de un ser querido, como gesto lúdico que anuncia la llegada de tiempos más alegres.
Regalar una mona, por tanto, no es solo un gesto dulce: es un deseo de buena suerte y de felicidad para el nuevo ciclo que comienza tras la Semana Santa.
Una tradición deliciosa que no conoce fronteras… pero sí límites
Aunque su sabor es irresistible, la mona de Pascua aún no se ha extendido con fuerza más allá del litoral mediterráneo o algunas zonas del interior de la península. Sin embargo, su popularidad crece cada año y cada vez más panaderías de otras regiones comienzan a ofrecer versiones propias de este dulce tan simbólico.
Puede que no esté presente en toda España, pero si tienes ocasión de probarla esta Semana Santa, no lo dudes: descubrirás que, como tantas cosas en nuestra gastronomía, las monas son mucho más que un simple postre.
0