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CV Opinión cintillo

La utopía de emanciparse

4 de abril de 2025 18:02 h

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Desde hace algún tiempo busco opciones para independizarme. Paso horas y horas buscando pisos en portales destinados a ello, y la mayoría de veces, cuando encuentro algún piso que me gusta, ni si quiera llego a concertar una visita.

Que si uno es para alquiler de corta duración (para aquellos y aquellas que vengan a pasar un fin de semana con los bolsillos lo suficientemente llenos como para gastarse en dormir tres días lo que, a mis ojos, deberíamos pagar por el alquiler de un mes); que si el otro es un piso sólo para estudiantes (para aquellos y aquellas que se ven obligados a buscar piso en una determinada zona, a compartirlo con otras tantas personas para poder hacer frente a precios desorbitados y que, seguramente, tengan que compaginarlo con un trabajo precario para poder comer o tener algo ahorrado para viajar o salir de vez en cuando, aunque se empeñen en criminalizar estas prácticas); que si para ver este otro tienes que pagar una cantidad que, si luego no terminas alquilando, no volverás a ver; que si otras tantas cosas…

Si después de todas estas horas invertidas en buscar una opción entre tantas, consigues concertar la visita, y convertirte en el o la privilegiada a la que eligen para poder entrar a vivir, lo más seguro es que te encuentres con la solicitud de varios meses de fianza, varias nóminas para demostrar tu solvencia, te requieran avales, y tengas que pagar prácticamente todo tu salario para poder tener un techo.

Esta es mi historia, pero tristemente será la de otras tantísimas personas jóvenes, y no tan jóvenes, que están buscando iniciar un proyecto de vida y que lo único que encuentran son piedras en el camino.

Y hablamos de alquilar, que si hablamos de comprar, prepárate para ver mil anuncios de casas que se venden con “okupas” dentro, o de pagar precios totalmente desorbitados por viviendas en condiciones pésimas a las que tendrás que meter otros tantos billetes y horas para que sean mínimamente dignas.

Vivimos en una burbuja que parece que no va a explotar nunca. Pisos pensados para salarios del norte de Europa o Estados Unidos, un precio de la vida más hinchado que nunca, oportunidades para inversores, pisos en teoría ocupados, avales, fianzas, contratos, y un larguísimo etcétera que hacen que la sola idea de emanciparse genere ansiedad y un sinfín de dolores de cabeza.

Todo esta realidad paralela choca frontalmente con la vida real, donde el número de ocupaciones lleva dos años cayendo según datos del Ministerio del Interior, y afecta al 0’057% de las viviendas, lo que a duras penas supera las 15.000 viviendas ocupadas en todo el parque de viviendas, afectando a 5’7 personas de cada 10.000. Sin embargo, han conseguido desviar el foco de atención, que no está sobre lo verdaderamente importante, que la clase obrera no tiene acceso a una vivienda digna, pues esta está más cara que durante la burbuja inmobiliaria, pagando prácticamente 6€ más por metro cuadrado que en septiembre de 2016, con un coste de vida muchísimo más alto que entonces y unos salarios que suben, pero no al ritmo de la vida.

Por eso, tenemos la obligación de seguir llenando las calles el próximo sábado 5 de abril. De que se siga escuchando nuestra voz y de seguir dando visibilidad a nuestros problemas, que son los problemas reales, y no los que quieren hacernos creer para seguir ahogando a la clase obrera entre burocracia, trámites y gastos que impiden nuestra emancipación y el desarrollo de nuestros proyectos de vida. Porque quienes se llenan la boca hablando de vida son los que más detestan que la clase trabajadora pueda tener una y la desarrolle en las mejores condiciones posibles.

*Antonio Guillén Pardo, es graduado en derecho; miembro de la coordinadora de Aposta Jove; asesor laboral en UGT Fesmcpv desde 2024; y presidente del Comité de Empresa de Voltereta Fusión S.L. desde 2023

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