- Travesía El Mediterráneo fuera de temporada: el secreto mejor guardado del mundo de los cruceros
- Ideas Los mejores cruceros fluviales del Guadalquivir al Amazonas
Como jirafas de otro mundo, las gigantescas grúas amarillas de los astilleros de Cádiz abrazan estos días un barco colosal. No se parece en nada a un buque de la Armada de los que Navantia, la empresa pública española, acostumbra a tener en dique seco. Ni siquiera a otros barcos de crucero que habitualmente repara. Este es uno de esos megabarcos americanos de la naviera Royal Caribbean, conocida por equipar sus naves con la última generación de virguerías: pistas de patinaje sobre hielo, toboganes con caídas de 10 pisos de altura, cubiertas llenas de piscinas, jacuzzis, juegos de agua, teatros con 1.700 asientos, simuladores de surf, rocódromos, tirolinas y camarotes para 5.700 pasajeros.
Claro que en los astilleros no hay un solo crucerista a la vista. Desde que el barco llegó a Cádiz el pasado 24 de febrero, lo que se atisba es todo un ejército de 2.400 personas y 62 nacionalidades trabajando contrarreloj para que el Allure of the Seas vuelva a ser el no va más. ¿Cómo se renueva un monstruo marino de 17 pisos como este? ¿Se acuerdan del camarote de los hermanos Marx? Porque es la imagen que viene a la cabeza cuando el barco está tomado por todos esos soldados armados con las más insólitas herramientas y materiales. Olvídense de esa postal de flamante crucero y piensen en una madeja imposible de cables, tuberías, andamios y máquinas. O, como dice Klaus Meisel, "un caos organizado". Él es el senior project manager del departamento de Nuevas Construcciones e Innovación de Royal Caribbean, con sede en Miami.
"La mayor dificultad del proyecto es la coordinación de la logística», afirma. «Estás viendo que los contratistas tienen que estar casi unos encima de otros. En esta renovación participan 84 empresas auxiliares distintas. Además de que todos los accesos a un barco son muy pequeños. No hay que estar loco para hacer este trabajo, pero sirve".
Lo delirante de verdad es que el proyecto tenía desde el principio los días contados: exactamente 42. Ese ha sido el plazo y el trato que han hecho Navantia, al frente de esta singular operación renove, y Royal Caribbean. Y el responsable de cumplir el plazo de 42 días de esta nueva misión -y que termina este lunes 7- es Carlos Torres, project manager de Navantia. La clave, dice, es el "trabajo previo". "Un proyecto como este, con la ingeniería y materiales que requiere, se prepara con un año de antelación".
Esta es su segunda aventura juntos. La empresa naval española ya renovó con éxito, en 2019, un barco de la misma clase, el Oasis of the Seas. Claro que cada puesta a punto es un mundo. Todos los cruceristas quieren subirse a los barcos nuevos. En el caso de Royal, buques de cerca de 2.000 millones de dólares. En otras palabras, hay 2.000 millones de razones y muchos viajeros exigentes para ir renovando los que son más antiguos. El proceso es ver todos los conceptos que funcionan, es decir, los bares y restaurantes que más éxito tienen, las atracciones más espectaculares y los servicios más demandados, y replicarlos en barcos como el Allure. Torres recita todos los cambios: "Se han añadido camarotes, ampliado las cubiertas, incorporado nuevos jacuzzis al aire libre, se han construido las estructuras de llamativos toboganes...".
Con el casco bien calado y mirando siempre al suelo, Torres y Meisel muestran in situ algunas de estas novedades en plena restauración. «Yo hago 25.000 pasos todos los días», asegura Meisel. Los toboganes secos alcanzan ya su altura final de 30 metros. "En unos días vendrá un inspector alemán a tirarse por ellos para probarlo". En la pista de hielo se ha instalado la tecnología que requiere el nuevo juego de laser tag. En el piso 14, una empresa especializada de Chicago diseña un escape room con temática espacial. De los 111 nuevos camarotes, las Ultimate Panoramic Suites sobre el puente de mando no están terminadas, pero ya tienen lo esencial: esa vista al mar de 200 grados.
Tanto los 2.400 trabajadores como los 1.800 tripulantes han vivido en el barco. Royal Caribbean trabaja con otros astilleros, pero Cádiz no les puede gustar más. Pocos astilleros del mundo están en plena ciudad. Pero unos y otros se despedirán el lunes cuando el Allure abandone el dique seco. El día 11 ya estará en Barcelona, listo para embarcar a los miles de huéspedes que han contratado la primera travesía. Por el Mediterráneo seguirá en Semana Santa. Pero no es el único megabarco que veremos este año en la Ciudad Condal. "Para nosotros es un puerto clave", explica Alberto Iruretagoyena, key account manager de la naviera. "Es donde paran nuestros mejores barcos. Y donde debutará el nuevo Legend of the Seas el año que viene".
Puedes seguir a El Mundo Viajes en Facebook, X e Instagram y suscribirte a nuestra newsletter aquí